La leyenda de la Virgen de
la Calle Alfileritos de Toledo
Alfileritos es una
calle larga y estrecha, con viejos caserones y antiguos palacios, que nace
cerca de la plaza de San Nicolás, y muere en la plaza de San Vicente, junto al
ábside de la iglesia del mismo nombre.
Al comienzo de la calle, y en
una pequeña hornacina situada en el muro de la izquierda, vemos una imagen de
la Virgen, ante la que se encuentran numerosos alfileres de diversos colores y
tamaños. Se trata de ofrendas de las jóvenes toledanas a la Virgen María
solicitando su especial intervención para conseguir el novio adecuado.
Todas las noches, la dama, acompañada por su dueña, acudía a rezar frente a la
hornacina de la Virgen, rogando por la vida de su enamorado, así como por su
pronto regreso a Toledo, y allí permanecía rezando hasta altas horas de la
madrugada. Como a veces la vencía el sueño, ordenó a la dueña, que si esto
sucedía, la pinchara con un alfiler a fin de mantenerla despierta, alfiler que
luego ofrendaba a la Virgen como testimonio de su sacrificio.
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Los comentarios se extendieron por toda la ciudad,
y pronto otras jóvenes, en parecidas circunstancias imitaron a su perseverante
conciudadana, y así se creó la costumbre, entre las mujeres toledanas, de
dirigirse a la calle, llamada desde entonces, de los alfileritos, a fin de
pedir a la Virgen fortuna para encontrar al hombre de sus vidas, y tras
pincharse levemente, ofrecerla el alfiler, confiando en que se repetiría el
viejo sortilegio de amor y esperanza.
Redactora:
Inés Rodríguez Rodríguez
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