UNA NOCHE TOLEDANA
Pasar una “Noche Toledana” se utiliza cuando pasas una noche
sin dormir a causa de molestias, sobresaltos o disgustos.
Existen hasta tres versiones sobre el origen del dicho.
En la primera, Sebastián de
Covarrubias habla de los problemas causados por los enormes mosquitos que,
procedentes de las aguas del Tajo, atacan a los toledanos y a los visitantes en
cuanto aprieta el calor.
Otras interpretaciones identifican el dicho con una tradición
toledana de la noche de San Juan, cuando las mozas de la ciudad, entre cánticos
y bailes, salían a la calle a buscar marido. Según dicha tradición, se casarían
con el primer hombre cuyo nombre escucharan.
Y la última versión, y más documentada, cuenta que en el año 812
gobernaba en Toledo un joven llamado Jusuf-ben-Amru, hijo de un guerrero muy
estimado por el Califa Cordobés, a quien debía que Toledo siguiera bajo su
mando pues había conseguido dominar al rebelde Obeidah, que se había sublevado
contra su autoridad.
Jusuf gobernaba en Toledo de forma cruel pagando sus injusticias
tanto nobles como plebeyos, ejerciendo su poder solamente para deshonrar
familias, raptando doncellas las cuales humillaba y daba muerte en su Alcázar.
Todo esto hizo que el pueblo no tardara en levantarse contra Jusuf
y tomara prácticamente la ciudad y por ello este acabó muerto.
El Califa mandó llamar a Amru, padre del joven Jusuf, y le contó el
triste final de su hijo. Amru recibió impasible la noticia y tras meditar en
silencio y bajo su rostro pálido decidió pedirle al Califa que le enviara de
Wariz a Toledo, para que gobernando rectamente pudiera enmendar los errores de
su hijo, y así recobrar el honor de su familia.
Cuando Amru llegó a Toledo acompañado de un fuerte escuadrón sus
habitantes se mostraron recelosos y desconfiados, su preocupación era ver cuál
sería la reacción del padre tras lo acontecido, ya que estaban seguros que
venía a tomar venganza. Pronto pudieron comprobar que sus sospechas eran
infundadas, ya que este gobernaba de forma paternal para con los necesitados y
con la nobleza ante la aristocracia. Nunca tomaba ninguna decisión sin
consultarla antes con el consejo.
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La ciudad presentaba
un aspecto inmejorable, los adornos de las calles y la oscuridad de las mismas
solo se interrumpía por el espectáculo de las antorchas que los servidores
portaban para alumbrar a sus señores. Pero a medida que iban entrando los
nobles, los soldados les cortaban la cabeza.
En definitiva, una “noche toledana” significa, todavía hoy, para
muchos una noche de terror, desapacible, que infunde miedo en el alma…
Redactora: Inés Rodríguez Rodríguez
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