Tesoro de
Guarrazar
El Tesoro de Guarrázar es un tesoro de orfebrería visigoda
compuesto por coronas y cruces que varios reyes del reino visigodo de Toledo
ofrecieron en su día como exvoto. Fue hallado entre los años 1858 y 1861 en el
yacimiento arqueológico denominado huerta de Guarrazar, situado en la localidad
de Guadamur, muy cerca de Toledo. Actualmente las piezas están repartidas entre
el Musée Cluny, París, la Armería del Palacio Real, Madrid y el Museo
Arqueológico Nacional, Madrid.
Entre todas las piezas halladas, las más valiosas son las
coronas votivas de los reyes Recesvinto y Suintila (esta última fue robada en
el año 1921 y jamás recuperada). Ambas de oro, engastadas con zafiros, perlas y
otras piedras preciosas. Hay también otras coronas más pobres y más pequeñas y
cruces votivas. También se hallaron cinturones, hoy desaparecidos.
La tradición de los talleres de orfebrería de la Península
ibérica se remonta a la prehistoria, pero la de época visigoda está muy
vinculada a la orfebrería bizantina. Se emplea la técnica de granates incrustados,
que fue la preferida por los pueblos germánicos. Las letras de las coronas
están ejecutadas con alvéolos de oro donde se han incrustado granates tallados
en el hueco. Los adornos repujados de las aspas de las cruces son de tipo
germánico, pero la forma de las coronas votivas es totalmente bizantina. Las
coronas del tesoro son de tipo votivo, no aptas para ser lucidas como tocado.
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Las presencia de joyas bizantinas en los tesoros visigodos
era tan abundante, según los testimonios literarios, que en las iglesias de
Mérida «había joyas para llenar varios carros» (Vidas de los padres
emeritenses). Fuentes árabes testimonian que al entrar los musulmanes en
Toledo, encontraron en la catedral una serie de coronas votivas que los reyes
visigodos habían ido donando, y que muchas fueron fundidas en ese momento para
aprovechar los metales nobles. Las joyas de la iglesia de Toledo y las del
tesoro real fueron causa de envidias y graves disputas entre los conquistadores
árabes. Una gran parte de estas coronas y cruces debieron ser escondidas por
los clérigos visigodos, como ocurrió con las que estaban en el cercano
monasterio de Santa María de Sorbaces.
Historia del descubrimiento
Parte del tesoro de Guarrazar fue hallado por casualidad. En
el año 1858 hubo unas lluvias torrenciales que causaron el desmoronamiento del
terreno donde estaba la iglesia del monasterio de Santa María de Sorbaces.
Salió a la luz una caja de hormigón junto al sepulcro de un presbítero llamado
Crispinus. Las personas que encontraron las primeras piezas del tesoro las
llevaron a un platero de Toledo, que fundió la mitad de dichos objetos; la otra
mitad fue comprada por un militar francés que la llevó a París y allí la vendió
al Museo de Cluny. En vista del hallazgo, los descubridores siguieron excavando
y encontraron un grupo de coronas y cruces, que esta vez vendieron a la reina
Isabel II, quien hizo que se depositaran en la Armería Real.

Las coronas de los reyes Suintila y Recesvinto que llegaron
hasta el museo de Cluny fueron restauradas en París, de manera que cambiaron
bastante su apariencia. Así, la cruz que en la actualidad vemos pendiente del
centro de la corona de Recesvinto era en realidad una fíbula (broche) y
conserva aún el muelle y el cierre, además de que es de otro estilo distinto a
la propia corona. El gobierno español pudo recuperar las dos coronas y las
depositó en la Armería Real, pero en la noche del 4 de abril de 1921
desapareció la de Suintila y jamás se pudo seguir su rastro.
En el robo en la Real Armería desapareció la corona de
Suintila y un trozo de corona de enrejado que pertenecían al conjunto que
poseía el Patrimonio Real, gracias a la donación de Domingo. El robo se divulgó
poco, sólo La Época hizo una publicación más extensa con grabados, para que sirviese
de guía en la búsqueda de lo sustraído. Al parecer fueron localizados los
autores del robo, pero no los objetos de éste, que hasta hoy no han aparecido.
El estudio gemológico de Juan S. Cozar y Cristina Sapalski1
reveló que el Tesoro de Guarrazar contiene 243 zafiros azules (cuyas
características los hacen procedentes de la antigua Ceilán, hoy Sri Lanka), 3
corderitas azules (iolitas), 14 esmeraldas, 1 aguamarina, 2 adularias (piedras
luna), 21 cuarzos amatista, 9 cuarzos hialinos, 6 calcedonias azuladas, 169
perlas, 154 piezas de nácar, 56 vidrios artificiales verdes, 26 vidrios
artificiales azules, 2 pardo-anaranjados, 26 de color indefinido, 1 rojo y
muchas piezas diminutas de granate piropo-almandino.
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