miércoles, 15 de abril de 2015

Benito Pérez Galdós
(Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) Novelista, dramaturgo y articulista español. Benito Pérez Galdós nació en el seno de una familia de la clase media de Las Palmas, hijo de un militar. Recibió una educación rígida y religiosa, que no le impidió entrar en contacto, ya desde muy joven, con el liberalismo, doctrina que guió los primeros pasos de su carrera política.
Su primera novela, La sombra, de factura romántica, apareció en 1870, seguida, ese mismo año, de La fontana de oro, que parece preludiar los Episodios Nacionales.
Dos años más tarde, mientras trabajaba como articulista para La Nación, Benito Pérez Galdós emprendió la redacción de los Episodios Nacionales.
El éxito inmediato de la primera serie, que se inicia con la batalla de Trafalgar, lo empujó a continuar con la segunda, que acabó en 1879 con Un faccioso más y algunos frailes menos. En total, veinte novelas enlazadas por las aventuras folletinescas de su protagonista.
Durante este período también escribió novelas como Doña Perfecta (1876) o La familia de León Roch (1878). 
Según confesión del propio escritor, con la lectura de La taberna, de Zola, descubrió el naturalismo, lo cual cambió la manière de sus novelas, que incorporarán a partir de entonces métodos propios del naturalismo, como es la observación científica de la realidad a través, sobre todo, del análisis psicológico, aunque matizado siempre por el sentido del humor.
Bajo esta nueva manière escribió alguna de sus obras más importantes, como Fortunata y Jacinta, Miau y Tristana. Todas ellas forman un conjunto homogéneo en cuanto a identidad de personajes y recreación de un determinado ambiente: el Madrid de Isabel II y la Restauración, en el que Galdós era una personalidad importante, respetada tanto literaria como políticamente.
En 1887, coincidiendo con la publicación de una de sus obras más aplaudidas por la crítica, Ángel Guerra, ingresó, tras un primer intento fallido en 1883, en la Real Academia Española.
Durante los últimos años de su vida se dedicó a la política, siendo elegido, en la convocatoria electoral de 1907, por la coalición republicano-socialista, cargo que le impidió, debido a la fuerte oposición de los sectores conservadores, obtener el Premio Nobel. Paralelamente a sus actividades políticas, problemas económicos le obligaron a partir de 1898 a continuar los Episodios Nacionales, de los que llegó a escribir tres series más.

Toledo fue una  de las ciudades galdosianas por excelencia. Entre sus viejos muros Pérez Galdós encontró material humano más que sobrado para escribir su inolvidable Ángel Guerra, aunque el espíritu toledano planea  en otras novelas de Galdós. Vivió en la calle Santa Isabel, donde aún puede leerse la lápida que un grupo de amigos, entre los que se encontraba Gregorio Marañón, colocó en su memoria en 1923.
¿Qué hace Galdós en Toledo? El mismo nos lo dice: perderse, dar vueltas y revueltas, encontrar su misterio escondido. «Porque su ocupación única, en los días primeros, fue vagar y dar vueltas, recreándose en el olor de santidad artística, religiosa y nobiliaria que de aquellos vetustos ladrillos se desprende; su placer mayor, perderse sin guía ni plano, jugando con el ovillo revuelto de sus calles. De noche el misterio y la poesía resaltaban más que la luz del sol». Así, descubriendo callejuelas y lugares recónditos y acogedores, irá formando su total y profunda visión de la ciudad, más allá de la imagen convencional: vio puertas que no se han abierto en siglo y medio lo menos, balcones o miradores nuevecitos con floridos tiestos; rejas mohosas, cuyo metal se pulveriza en laminillas rojizas; huecos de blanqueado marco abiertos en el ladrillo oscuro de antiquísima fábrica...» Si Madrid era «su» ciudad, y Santander el lugar de descanso fructífero, Toledo fue su refugio espiritual. Históricamente la considera la primera, con una raigambre ancestral donde tres culturas convivieron y dejaron sus huellas. «Toledo es una historia de España completa, la historia de la España visigoda, de los cuatro siglos de dominación sarracena en el centro de la Península, del viejo reino de Castilla y León, de la monarquía vasta fundada por los Reyes Católicos y, por último, de ese gran siglo XVI, que es el siglo español»


  


Autor: Luis Fernández-Clemente

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