Benito
Pérez Galdós
(Las Palmas de Gran
Canaria, 1843 - Madrid, 1920) Novelista,
dramaturgo y articulista español. Benito Pérez Galdós nació en el seno de
una familia de la clase media de Las Palmas, hijo de un militar. Recibió una
educación rígida y religiosa, que no le impidió entrar en contacto, ya desde
muy joven, con el liberalismo, doctrina que guió los primeros pasos de su
carrera política.
Su primera novela, La
sombra, de factura romántica, apareció en 1870, seguida, ese mismo año, de La
fontana de oro, que parece preludiar los Episodios Nacionales.
Dos años más tarde,
mientras trabajaba como articulista para La Nación, Benito Pérez Galdós
emprendió la redacción de los Episodios Nacionales.
El éxito inmediato de la
primera serie, que se inicia con la batalla de Trafalgar, lo empujó a continuar
con la segunda, que acabó en 1879 con Un faccioso más y algunos frailes
menos. En total, veinte novelas enlazadas por las aventuras folletinescas
de su protagonista.
Durante este período
también escribió novelas como Doña Perfecta (1876) o La familia de
León Roch (1878).
Según confesión del propio escritor, con la lectura de La
taberna, de Zola,
descubrió el naturalismo, lo cual cambió la manière de sus novelas, que
incorporarán a partir de entonces métodos propios del naturalismo, como es la
observación científica de la realidad a través, sobre todo, del análisis
psicológico, aunque matizado siempre por el sentido del humor.
Bajo esta nueva manière
escribió alguna de sus obras más importantes, como Fortunata y Jacinta, Miau
y Tristana. Todas ellas forman un conjunto homogéneo en cuanto a
identidad de personajes y recreación de un determinado ambiente: el Madrid de
Isabel II y la Restauración, en el que Galdós era una personalidad importante,
respetada tanto literaria como políticamente.
En 1887, coincidiendo
con la publicación de una de sus obras más aplaudidas por la crítica, Ángel
Guerra, ingresó, tras un primer intento fallido en 1883, en la Real
Academia Española.
Durante los últimos años
de su vida se dedicó a la política, siendo elegido, en la convocatoria
electoral de 1907, por la coalición republicano-socialista, cargo que le
impidió, debido a la fuerte oposición de los sectores conservadores, obtener el
Premio Nobel. Paralelamente a sus actividades políticas, problemas económicos
le obligaron a partir de 1898 a continuar los Episodios Nacionales, de
los que llegó a escribir tres series más.
Toledo fue una de las ciudades galdosianas por excelencia.
Entre sus viejos muros Pérez Galdós encontró material humano más
que sobrado para escribir su inolvidable
Ángel Guerra, aunque el espíritu toledano planea en otras novelas de
Galdós. Vivió en la calle Santa Isabel,
donde aún puede leerse la lápida que un grupo de amigos, entre los que se
encontraba Gregorio Marañón, colocó en su memoria en 1923.
¿Qué hace Galdós en Toledo? El mismo nos lo dice: perderse, dar
vueltas y revueltas, encontrar su misterio escondido. «Porque su ocupación única,
en los días primeros, fue vagar y dar vueltas, recreándose en el olor de
santidad artística, religiosa y nobiliaria que de aquellos vetustos ladrillos
se desprende; su placer mayor, perderse sin guía ni plano, jugando con el
ovillo revuelto de sus calles. De noche el misterio y la poesía resaltaban más
que la luz del sol». Así, descubriendo callejuelas y lugares recónditos y
acogedores, irá formando su total y profunda visión de la ciudad, más allá de
la imagen convencional: vio puertas que no se han abierto en siglo y medio lo
menos, balcones o miradores nuevecitos con floridos tiestos; rejas mohosas,
cuyo metal se pulveriza en laminillas rojizas; huecos de blanqueado marco
abiertos en el ladrillo oscuro de antiquísima fábrica...» Si Madrid era «su»
ciudad, y Santander el lugar de descanso fructífero, Toledo fue su refugio
espiritual. Históricamente la considera la primera, con una raigambre ancestral
donde tres culturas convivieron y dejaron sus huellas. «Toledo es una historia
de España completa, la historia de la España visigoda, de los cuatro siglos de
dominación sarracena en el centro de la Península, del viejo reino de Castilla
y León, de la monarquía vasta fundada por los Reyes Católicos y, por último, de
ese gran siglo XVI, que es el siglo español»
Autor:
Luis Fernández-Clemente
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